Mallas de Urban


¿Que por qué me fijé en ella y no en alguna de sus amigas?

Porque ella baila como si los demás no existieran. Baila por bailar, para sentir.

Sus amigas bailan para que las vean los idiotas que van a incinerar las tarjetas de sus papás para pagarles la peda.


Las hormonas escurren las camisas y empapan los rosarios de madera mientras le rezan al bartender que les facilite la misión.

Un trago, experto.

Dos tragos y un shot, avanzado.

Diez tragos y una ronda de shots, fácil.

Veinticinco tragos y dos pastillas en el último vaso, gordo y mirrey.

Ellas notan que los espejos en los baños se están empañando y ya sienten las piernas pesadas.

Es momento de buscar los hombros en donde van a descansar los tacones hoy.

Mallas de urban debajo de las faldas porque no son ningunas putas.

Las rodillas de las mallas desgastadas porque ni que estuvieran gordas para pagar sus vinos con dinero. Por lo menos con el suyo.

Plática en el baño para decidir quién se lleva en su coche a quién.

“A ti te toca la apretada porque ya no te alcanzó para el último pomo y no mereces que te aflojen hoy”.

Las princesas dejan las tiaras en la mesa del antro porque la realeza no se come 8 tacos de pastor para bajárse la peda.

Se pierde el glamour, pero no el estilo. Por eso vomitan la banqueta con el meñique levantado, antes de que llegue el del valet con el coche.

Ellas lloran. Ellas piden que las dejen en su casa porque mañana tienen examen.

Ella se despierta, se asegura de que yo siga dormido a su lado y se vuelve a dormir.

Perdón, ¿Cuál era tu pregunta?

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